viernes, 26 de marzo de 2010

El Telón

Por Alejandro Gómez Dugand

En la vida y en la ficción, las mejores historias siempre son las mismas. Todos los amantes, los de papel y los de carne y hueso, son un poco Romeos, todos los regalos son una especie de Caballos de Troya, todas las madres son un poco Yocastas. Nuestro trabajo, como público, es darnos cuenta de eso, de que cualquier historia que leemos, vemos u oímos es en algún nivel una historia sobre nosotros mismos; en el fondo, todos somos repeticiones de muchas otras historias. Y es que desde el momento en que un cavernícola hizo los primero garabatos sobre las paredes de una cueva, nuestras vidas se convirtieron en objetos de arte.
Ahora llega el Festival Iberoamericano de Teatro de Bogotá y con él una de las mejores historias de todos los tiempos. Una historia en la que todos llegan al mismo lugar a mas o menos la misma hora. Algunos lo hacen en taxi mientras otros no pueden dejar de pensar en el hecho de que dejaron parqueado su carro en un lugar inseguro. Cientos de personas buscan un lugar dentro de la multitud, todos esperan, se quejan de la dureza de las sillas y hablan sobre cualquier tema, como evitando hacer conjeturas sobre lo que se esconde detrás de la cortina rojiza. Hasta que de golpe las luces se apagan, y todos se hacen la misma pregunta mientras el telón empieza a abrirse: ¿A qué hemos venido?
Este es el punto de mayor tensión de esta historia. Y es que, si eso de que la vida y el teatro es una misma cosa, ¿cómo entra Colombia a escena? ¿Como no ver la realidad del país y encontrar un ejercito de Madres Coraje en busca de sus hijos y de Antigonas deseperanzadas? ¿Cómo negarle una moneda a un Baal en las calles de Bogotá o como no reconocer a un par de Reyes Ubú en la portada de las revistas nacionales? El teatro es como la vida, dicen, pero parece que la cosa funciona también en viceversa.
Está historia que nos trae el FITB termina como muchas otras: con la caída del telón rojo. La multitud que llenó el auditorio vuelve a la realidad, muchos estarán contentos porque volverán a casa en carro mientras otros no podrán de dejar de pensar lo difícil que será conseguir un taxi… el teatro es como la vida, dicen, y se es así, nuestro trabajo, como público, es entender que el telón no se cierra delante nuestro, sino detrás.


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